Galería fotográfica Hornøya: la isla de las aves
Podría estar horas y horas hablando sobre la maravillosa isla de Hornøya, sin lugar a dudas, uno de mis lugares favoritos en el mundo. Pero que mejor forma de empezar que hacerlo que con alguna de las imágenes realizadas en mis visitas a la isla sirvan para, al menos, dar una pincelada de lo que allí se puede vivir.
Un sueño hecho realidad
La isla de las aves
Desembarcar en la isla de Hornøya durante la temporada de reproducción es una experiencia difícil de olvidar. El sonido de miles de aves volando sobre tu cabeza, yendo y viniendo desde el Mar de Barents y aterrizando sobre tierra firme. Un círculo incesante que se repite constantemente, cada año, entre los meses de marzo a agosto.
Los buscados y reconocibles frailecillos, araos comunes, alcas, gaviotas tridáctilas, gaviones, cormoranes moñudos… y un largo etcétera de especies son observables en 0,4 km².
Hasta 75.000 parejas anidan en los acantilados de la isla próxima al pueblo de Vardø y a mitad de camino entre Noruega y Rusia. Con la base militar americana de fondo, el escenario es digno de película.
Las opciones fotográficas son inmensas, durante los meses de abril a agosto es sol de medianoche ilumina con su luz dorada las 24h del día. Las aves se sientes seguras y tranquilas, y es posible retratarlas a corta distancia y durante largos periodos de tiempo. Lo más complicado será, sin lugar a dudas, decidir por donde empezar. Creo que un mal que nos sucede a todos la primera vez que desembarcamos es que hay tanto donde mirar, tanto que fotografiar que resulta complicado.
Mi recomendación tras más de 10 visitas a la isa es: respira, observa y disfruta de lo que te rodea porque es realmente maravilloso. Una vez lo hayas hecho sigue disfrutando y fijándote en los increíbles comportamientos, convivencia y estampas que la mezcla de tantas especies en un lugar tan pequeño te puede ofrecer.
Quizás uno de los instantes mas brutales para mí se vive cuando los grandes pigargos europeos sobrevuelan la isla y los miles de aves vuelan de sus posiciones. Miles y miles de aves sobrevolando de golpe por encima de tu cabeza, la isla resuena con el sonido del aleteo y los gritos de terror, es algo que no se puede explicar, se debe vivir para comprender.
Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme.
Stendhal